Por: Elisa Bósquez de Mattatal, Psicóloga Clínica

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Cuando se experimenta por primera vez una pérdida tan entrañable, las sensaciones de shock, aturdimiento, negación y horror se mezclan y dan la impresión de que la persona se encuentra en un país desconocido… todo es diferente, pero al mismo tiempo todo es conocido…

¿Qué hacer cuándo nos sentimos así?

Lo que haríamos cuando visitamos un país extraño: BUSCAR EL MAPA, PREGUNTAR A LUGAREÑOS, PEDIR DIRECCIONES. Entonces nos encontramos con que el duelo es:

  • … un camino: La muerte es parte de la vida. Algunas personas dicen que es lo único seguro que se sabe al momento de nacer. Sus reacciones han de ser consideradas normales, aunque sean tan intensas que la persona llegue a sentir que va a enloquecer. Podemos decir que son reacciones normales y esperables frente a una situación inusual e inesperada (en algunos casos). El duelo NO es una enfermedad, de lo contrario, TODOS estaríamos enfermos, ya que en algún momento de nuestra historia hemos experimentado alguna pérdida.
  • … una montaña rusa: Algunos definen el camino del duelo como una montaña rusa, con grandes subidas y bajadas. Muchas personas en duelo tienden a preocuparse por esto, y suelen pensar que experimentan grandes retrocesos. No hay tal cosa en el duelo, no existen los retrocesos. Existen las altas y bajas. Frente a las “altas”, es preciso que las personas “recarguen baterías” para poder seguir adelante y no criticarse por el hecho de que ocasionalmente experimente una tranquilidad inexplicable. Al principio, la montaña rusa será intensa y frecuente; a medida que el tiempo transcurra disminuirá tal intensidad y frecuencia.
  • … un archipiélago: No somos islas. Necesitamos que otras personas nos ayuden a cumplir la primera y la segunda tarea del duelo: aceptar los hechos y hablar de lo que sentimos y pensamos al respecto. Esto no cambia la situación, pero sí nuestra manera de sentirnos frente a lo vivido. El aislamiento puede dar la sensación de que ayuda, sobre todo al principio, pero esta manera de enfrentar el duelo puede llegar a empeorar la situación anímica del doliente. Cabe decir que SIEMPRE ayudará hablar y escuchar la opinión del otro.
  • … es una bandera: Las banderas son únicas, ninguna es compartida por dos países. También usted es único al igual que su proceso de duelo. Ningún duelo es igual a otro. Cuando una pareja pierde un hijo, tampoco el duelo de los padres es igual porque cada uno tiene una historia y una relación única e irrepetible con ese hijo. No se compare con otros que han vivido una pérdida, tampoco se aflija con los comentarios que le hacen haciendo referencia a “lo bien” que otros lo están haciendo.
  • … caminar: Cuando visitamos un país que desconocemos, el hecho de no conocerle no nos paraliza, todo lo contrario, nos mueve a caminar, buscar calles, senderos, direcciones, lugares de descanso. En el duelo se busca activamente respuestas, significados. Está lleno de por qués… que casi nunca tienen una respuesta tranquilizadora, ni devuelven a la persona amada. Tal vez un para qué ayude a aliviar el dolor, a trascenderlo. Pero para ello es preciso emprender el camino y andar…
  • … una gran Y: Consideramos a la persona en duelo capaz de elegir por cuál camino desea transitar. No son muchas las opciones, pero siempre existen. Se puede tomar el camino del aislamiento, del ocultamiento de emociones, de las apariencias, de la falsa fortaleza. Este camino lleva rumbo al despeñadero. O bien, se puede asumir con dignidad y valentía el proceso, expresando los sentimientos con personas de confianza que pueden ayudar, enfrentando activamente los retos del duelo, siendo bondadoso con uno mismo al evitar la autocrítica y compasivos con los demás cuando dicen algo que hiere. Este es el camino de la recuperación, de recordar sin tanto dolor, de celebrar la vida de esa persona amada, de rendirle tributo, de hacer que su muerte no haya sido en vano.