Por: Magstr. Elisa Bósquez de Mattatall, Psicóloga Clínica, Experta en duelo

¡Otro día más de trabajo! Daría cualquier cosa por quedarme en mi cama durmiendo… y el jefe… ese que se las arregle como pueda!!!

 “No aguanto mi espalda y mi cabeza está a punto de estallar, y este resfriado crónico que no se me quita”

 “El exceso de trabajo me está afectando mi relación de pareja. Mi esposo dice que estoy muy irritable y que mi deseo sexual ha disminuido”

“Si hablo con alguien de lo que me pasa, pensarán que soy mala en lo que hago. Eso no lo puedo soportar”

17765960_mDurante los primeros cinco minutos de conversación con una amiga, me contó sobre estas cuatro situaciones por las que ha estado pasando desde hace algún tiempo.

Le expliqué que estaba padeciendo del tan conocido, pero poco entendido estrés. Se sonrió y me dijo: ¿estrés?… qué va… es cuatro!!!

El estrés es una problemática mundial que afecta a todas las personas sin hacer ningún tipo de distinción, aunque la mujer es más propensa a padecerlo por el trabajo que realiza dentro y fuera del hogar.

 

Solemos asociar nuestro éxito personal por la profesión u oficio que realizamos. No es extraño escuchar a las personas decir “soy abogado(a)”, “soy maestro(a)”, “conductor”, “tengo mi propio negocio” con el pecho y la frente bien en alto. Ello no es malo. El problema se presenta cuándo pensamos que lo que hacemos nos hace infalibles y negamos que algo nos está afectando. Y hay que recordar que el estrés es más frecuente en las personas comprometidas e interesadas en hacer bien las cosas que en aquéllos que hacen un oficio solo para salir del paso.

Cuando le expliqué todo esto a mi amiga, me dijo con voz asustada: ¿y qué lo causa?

Le contesté que esa era la pregunta del millón. El estrés tiene muchas causas: sobrecarga de trabajo, problemas de relación con jefes y/o compañeros, comunicación hostil, salario bajo, monotonía, realizar una actividad que no te gusta o para la que no estás preparado(a), no saber a quién rendirle cuentas, o algo tan simple como que las funciones que te toca realizar no las tengas del todo claras.

Pero no todas las causas están en el ambiente de trabajo. Existen características de personalidad que hacen a cierto tipo de personas más propensas que otras a padecer estrés, como por ejemplo las personas que son adictas al trabajo, es decir, las que trabajan muchas horas, hacen más de una cosa a la vez, descansan poco y por lo tanto se apartan de otras fuentes gratificantes (familia, amigos) que le ayudarían a contrarrestar el estrés. También aquéllas personas que son dependientes de la opinión de otros, o las que a todo dicen SI.

Mi amiga quedó algo asustada con todo lo que le expliqué, pero me dijo algo muy importante: voy a buscar ayuda…

Si crees que padeces de estrés, o tienes dudas al respecto, contesta el siguiente cuestionario:

 

¿Has sufrido últimamente una herida o enfermedad grave? Si No
¿Fumas y/o bebes considerablemente? Si No
¿Tienes hábitos alimenticios irregulares o un trastorno de nutrición? Si No
¿Fluctúa mucho tu peso? Si No
¿Tienes dificultades para dormir o para levantarte por la mañana? Si No
¿Ha muerto recientemente un amigo íntimo o un miembro de tu familia? Si No
¿Te has casado o divorciado hace poco? Si No
¿Tienes grandes discusiones con tu pareja? Si No
¿Te cuesta pedir asertivamente lo que deseas? Si No
¿Te cuesta decir “no” a una petición inadecuada? Si No
¿Sufres de cambios de humor rápidos? Si No
¿Te enojas con facilidad? Si No
¿Padeces ataques de ansiedad? Si No
¿Padeces depresiones o sentimientos frecuentes de desesperación? Si No
¿Consideras que la gente no te aprecia? Si No
¿Hablas mal de ti con frecuencia? Si No
¿Haces las cosas apresuradamente o varias cosas a la vez? Si No
¿Niegas tus problemas? Si No

 

Si respondiste Si al menos a 5 preguntas, es bastante probable que estés padeciendo bajos niveles de estrés.

Recomendaciones:

  • Realiza alguna forma de ejercicio físico
  • Evita el café, el alcohol u otro estimulante
  • Conversa de lo que te pasa con alguien de tu confianza
  • Sé sincero contigo mismo(a)
  • Identifica la causa específica de tu estrés en el trabajo
  • Detente durante periodos de 5 a 10 minutos para practicar algún ejercicio de respiración, a lo largo de tu jornada de trabajo
  • Busca lo que puedes aprender de toda situación, por muy difícil que parezca
  • Pasa más tiempo con tu familia y amistades
  • Cuando estés excesivamente abrumado(a), simplemente NO HAGAS NADA!!!
  • Realiza una actividad o “hobby” que sea de tu agrado.

 

Y yo, ¿puedo padecer estrés?

Por supuesto que sí.

Distintas investigaciones sustentan la relación entre el estrés y ciertos padecimientos de salud, tales como cáncer, problemas cardíacos, alergias, depresión y ansiedad entre otras. Algunos le han llamado la enfermedad del siglo XXI porque parece que no existe ser humano que escape a sus tentáculos.

Para hablar del tema hay que remontarse al húngaro Hans Selye, quien definió el estrés como la “respuesta no específica del cuerpo frente a cualquier demanda”. Veamos qué significa ello.

Respuesta no específica, significa que no existe una respuesta universal frente al estrés. Lo que estresa a un individuo podría ser el paraíso para otros. Por ejemplo, hay personas que consideran que cocinar es una actividad relajante, mientras que para otros es lo más estresante que existe. Es por ello que la primera pregunta que debemos hacernos para empezar a manejar el estrés es: y a mí, qué me estresa?

Del cuerpo, significa que todo lo que somos reacciona. Desde lo físico, pasando por lo emocional, social, cognitivo (pensamientos) hasta la dimensión más trascendente del ser humano: lo espiritual.

A nivel físico nos encontramos con resfriados frecuentes, úlceras, dolores de cabeza, nudos dolorosos en la espalda, alteraciones menstruales en la mujer, dificultades en la sexualidad femenina y masculina. A nivel emocional la persona estresada podría padecer de ansiedad, depresión, arranques de ira (explosiones), y otras tantas más. En lo social, la persona podría aislarse debido al agotamiento que sufre el cuerpo ante períodos prolongados de estrés, es decir, no quedan energías para cultivar una sana vida social, y si hay afectación emocional como una tristeza profunda, es más difícil para el individuo tomar la decisión de buscar de ese apoyo social.

En lo cognitivo, ocurre lo que se llama taquipsiquia, que no es más que un pensamiento acelerado, que lleva a conductas precipitadas (arranques de ira). Solemos describir a estas personas, con estas conductas como impacientes.

A nivel espiritual, cuestionamos las creencias que siempre nos han sustentado, nuestra fe, nuestra confianza en un Poder Superior. Esta es la consecuencia más grave del estrés, porque afecta lo trascendente, lo que va más allá de lo físico e intangible que también hace parte de la experiencia humana.

Frente a cualquier demanda. Nuestra vida diaria está llena de demandas, de expectativas, tanto internas como externas. En la vida laboral, familiar, social, estudiantil, se nos plantean retos. Pensemos por ejemplo en el trabajo. Las últimas tendencias en cuanto a rendimiento están asociadas a cuánto producimos, en el menor tiempo y al más bajo costo posible. En ocasiones, tales demandas son demasiado alejadas de la realidad. Y si además tenemos rasgos perfeccionistas y poco asertivos, nuestras propias demandas internas nos envuelven en una espiral que nos lleva a enfermar física y psíquicamente.

Entonces, qué debo hacer para aprender a manejar mi estrés. Aquí te proponemos un plan de acción muy concreto y práctico:

  • Identifica tu particular fuente de estrés y desarrolla estrategias que te ayuden a manejarlo.
  • Haz ejercicio físico.
  • Mientras trabajas, en casa o en la oficina, toma breves descansos cuando tu cuerpo lo necesite.
  • Escucha las señales que te manda tu cuerpo y atiende a esas necesidades.
  • Desarrolla tu vida espiritual. Los expertos están de acuerdo en que esta es la vía más importante para manejar el estrés.
  • Construye una red social de apoyo, preferiblemente con personas que practiquen una profesión u oficio diferente al tuyo(a).
  • Dedícale tiempo a tu familia.
  • Evita las bebidas alcohólicas y la cafeína. Lleva una dieta balanceada.
  • No pospongas tus vacaciones. Planifícalas.
  • Reconoce que necesitas ayuda: busca un coach si sientes que no puedes manejarlo tú solo(a)

Para terminar, es interesante saber que existe una forma de estrés positivo llamado estrés el cual es la materia prima necesaria para levantarnos cada mañana e ir a trabajar, arreglar la casa, atender a nuestra pareja e hijos, tener metas y proyectos personales y laborales. Manejar el estrés no es sinónimo de eliminarlo, sino usarlo sabiamente para bendecir a otros y a nosotros mismos.